domingo, 12 de septiembre de 2010

Estoy en Ecuador y la vida es muy distinta.

Estoy en Ecuador y la vida es muy distinta. Hay pocas cosas que me recuerden a España. La urbanización donde vivo, tan plástica. Las chicas sonriéndome porque hablo raro. Las mañanas y algunas tardes, cuando solo se ven empleadas domésticas jugando con niños pequeños.  Niñeras de Ciudad Verde Urbanización, que me respondieron el primer día a mil preguntas, protegidas por las puertas metálicas de las villas (chalets). Así de plástico. Otra suceso más, es la presencia de peruanos que han inmigrado y trabajan aquí. Lo demás, es este país en estado puro. Su pobreza e injustia. Excesivas. Los niños trabajando. Madres jóvenes que crían a sus hijo solas. Adolescentes que dejan sus estudios y trabajan en cualquier sitio. Minusválidos pidiendo limosna en la calle. Hijos que piden para sus padres moribundos. Gente necesitada, al fin, que intenta ganarle a la vida algo de presente y quizás futuro. Porque la vida es tan jodida e injusta en este cacho de Sudamérica. Muy injusta. Pero también río un poco. Veo a mi familia, me siento menos solo, me siento querido. Porque me apellido Rey y en Arenillas (mi pueblo) me reconocen. Y también porque no conozco mi país y hay infinidad de sitios que quiero visitar. La Amazonía, la Sierra y la Costa. Todo Ecuador, y si puedo y me atrevo, Sudamérica entera. La del Che y la del próximo mundial de fútbol. La antigua y la nueva. Así que intentaré aparcar la tristeze y la añoranza y la nostalgia. Y trabajaré y estudiaré y escribiré desde aquí.