jueves, 22 de octubre de 2009

Contaminación.

Llegas a casa y te aburres de la vida escuchando un disco de Pereza y mueves los pies y bailas —o lo intentas—. Llegas a casa y piensas que la gente de fuera es muy estúpida y tú también, tú más. Y entonces, de repente, como si fueras tú el que llevas el destino pegado a los dedos, como se te enredan las telarañas en la selva, así, de repente, escuchas Si quieres bailamos y luego recuerdas todo, y todo son los amigos que ya no son, las chicas que ya no son chicas y tú... otra ves tú y las mismas ideas estúpidas de querer o no, de soñar o no, de aventura o tedio, de risa maldita o tristeza, de ella o ella...
Entonces piensas que no hay nada más que el disco que gira y gira en el aparato y el humo yéndose por la ventana y tú mismo intentando agarrarte al humo y huir e intentar ser algo en esta ciudad—¡ser algo!—, algo como la contaminación y formar parte de la ciudad en sus alturas y enredarte en torres y caer. Finalmente, caer. Y ser pegamento en las ruedas, mierda entre los surcos de las ruedas. Y otra vez contaminación.
Siempre contaminación, nunca vida limpia, nunca historia clara de niño bien con dinero y nobia; siempre niño drogata mentiroso, creyente no creyente y muerto alguna noche entre tantas putas, tantas putas...

viernes, 3 de julio de 2009

Vallenato.

Sabe a mi infancia y a este amor por una mujer que me quiere y también NO, porque hay de esas veces en las que uno quiere y NO lo quieren... Sabe a mi infancia y ahora me quiere, bella mujer, adolescente mayor que yo, historia de meses y escritos de madrugada. Es nostalgia este vallenato triste, es nostalgia y amor-infancia-tristeza que va como rocio mañanero por mis rendijas.

Pero, ah! vallenato triste —que yo sé— que un día acompañarás mis lágrimas de enamorado sin amor y ahora NO, me quiere; acordeón gastado —que yo sé — que un día te veré desdoblándote y las notas-lágrimas se nos mezclarán, ya nuestras. No sé, acordeón, si tratarte, pues tú puedes un día rasgarte cuando te desdobles ferozmente y muestres tus entrañas; puedes —te digo— abrirte y luego no ser el mismo. Yo sé que acompañarás los malos tragos que me tome por cualquier mujer, bendito amor, fluirás con mi triste figura por calles húmedas en la madrugada camino a la casa de un amigo buscando más y más consuelo.

Vallenato, música de pobres y e este ahora que yo lo siento-escucho no mío, lo siento: alivia mis ganas de ella y de joderme más. De llorar más como un vallenato.

jueves, 2 de julio de 2009

Ese man.

A quien nadie querrá
y desechará como el perro babeante
en la puerta de un comedor de la costa

pero, igual, le importa un carajo
carajo, que nunca nadie lo amará
y él siempre tendrá a alguien que gastar
en nichos-catres del motel Manzana

y tú sabes, todas son tan fáciles
tan fáciles, tan fáciles, tan fáciles, tan fáciles
y tú nunca, alcohólico babeante
en las cantinas de malas mujeres peruanas
buenas ellas si se escurren por ahí
cuando hay dinero para sus caprichos de niñitas sin infancia y golpes

niñas sin infancia
que yo tuve a medias
y gasto —malgasto— con ellas
jodidas niñitas sin mí
y les resbala poesía
que intento escribir
mueren y yo también
yo me duelo

A ese man nadie nunca lo querrá
y tú sí
tú siempre
tú y tus visceras alcoholizadas.

miércoles, 3 de junio de 2009

Un maldito día solo seremos muerte encharcada y vómito dominical de un alcohólico. O programa de viajes sin presupuesto. Y quizás nada, unos malditos padres de familia, currantes que buscan el fin —el fin ahora mismo lo tenemos, currantes sin vida y con deudas, currantes y ciudadanos. Buenos ciudadanos que trabajan la muerte cada día, cada estación del año que solo es un nuevo maniquí en la tienda de la esquina.

Seremos recuerdos que alimentan la nostalgia y la tristeza de un domingo con nadie en casa, bebiendo fotos y programas de la tele. Porque la muerte escribe en nosotros un día, más días, tres días que nos quedan de risas y cervezas. Alcohol y drogas. Muerte de ricos, muertos de pobres, muerte al fin que nos dará el alivio violeta y la vista roja de un pez dormitando sobre las rocas.

Aunque el fin puede llegar ahora —lo tenemos. El fin puede ser una noche de cocaína, alcohol, marihuana y mujeres suaves al tacto; puede ser reírte la vida a las siete de la mañana en el portal de tu ex, esperarla, reír y matarla. Amarla eternamente.

sábado, 23 de mayo de 2009

Domingo.

Respirar el domingo con su tristeza de día de luto. Como cuando era pequeño y me atormentaba, como aquel día de luto que el pueblo se quedó sin calles y la vida se fue en esa caja marrón, en aquel hombre anciano; ese día que los perros se adueñaron de las calles polvorientas y la lluvia escurría la pintura de la iglesía.

Y la lluvia nos mojaba la esperanza. Aquel día polvoriento que el agua tranquilizó.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Querer-odiarte.

Historia de un chico: yo no quiero quererte y tampoco odiarte, porque odiarte sería tenerte aquí, hacerte blanco de mis maldiciones, sería... sé, divertido, me gustaría. Así que yo no quiero odiarte y tampoco quererte. Moriría.