domingo, 17 de junio de 2007

A un padre, no dire cuál. En parte su trizte vida.

Sabes,siento amor,
tanto contengo el dolor
que llego a sentir amor.

Insulto a los malos recuerdos
aun sabiendo que son los únicos cuerdos
de mi locura llamada vida.
Convivo con mi amigo el SIDA,
convivo con mi amigo el olvido
de gastar una llamada un domingo.

Voy de bar en bar
matando al azar:
morir un día sin número,
morir un último, un primero,
amante del dolor.

La medicina no hace nada,
alargar un puta vida
que poco a poco se desperdicia
en un vaso de amarga mermelada.

Los domingos busco putas,
los lunes encuentro disputas
con mi jefe que se cree el mejor,
pero no sabe
que soy el amante del dolor.

Segundo miércoles, un tres,
suena el telefono, mi exmujer.
Dice: "Qué pasa con el dinero,
los niños no son arena ni hierro;
necesitan comer"

Ya para qué buscar la paz,
si seguro que sabe
que soy amante del dolor,
que las lágrimas no son más que hormigas,
que resbalan sobre el disfraz
del amante del dolor.


En mis memorias hablaré
de domingos entonando el himno del borracho,
de lunes en los que se seca el saco del despechado,
de martes perdiendo el trabajo y buscando una cama,
de mujeres que pasaban hambre, unas enamoradas.

Escribiré un libro,
amigo del sustantivo
y enemigo del adjetivo.
Donde contaré aquellas noches,
cuando perdí el dinero y el orgullo,
convertí lo mío en lo suyo:
ayudé al derroche.

Pagaré por canciones
que hablen de rompecorazones,
de desalmados cabrones:
pasotas de la pensión,
ejecutivos de la dejadez,
de amantes del dolor.

Volviendo al pasado:
vacié copas llenas,
mientras escuchaba a J. Jaramillo,
mientras hablaban en la radio de un tal Carrillo.

Conté cuentos sin fin,
me vi un día sin mí.
Soñé en su lecho
pero advertí lo lejos
que quedaba su alma.

Llmé unos días sí y otros no,
escuché al otro lado un gemido,
que acariciaba el olvido.
Más tarde comprobé que no lo consiguió.

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