jueves, 20 de marzo de 2008

Deliciosa madurez.

!Sí, por fin¡ Hoy la vi, vi la pintura negra de sus hojos, su vestido negro de funcionaria... la vi entera en el ascensor; después de casi dos semanas sin verla. Le dije un "hola" tímido, casi inaudible y hasta vergonzoso, ella respondió, como siempre, con una sonrisa y un "qué tal" cariñoso, además del inevitable roce de su culo. Creo que lo debe notar, notará que soy un salido mental y que me masturbo pensando en ella, aun así la sonrisa de su cara no se deshace para mí.
Hoy, no sé cómo pero... es risible... me acerqué a ella y, sin saber cómo, (me da vergüenza decirlo) le pedí una noche para enamorarla, cerré los ojos esperando la respuesta, de repente sentí sus labios en los míos, luego deshicimos el camino y me vi en la puerta de su casa.
Después sucedió, la escuché, me arrancó la inocencia que no me sobra y la ropa, me sentí dévil, sentí sus piernas de mujer madura, su cintura ancha, sus pechos gigantes y su sexo libre. !LA SENTÍ ENTERA¡
Más tarde, en el sofa de su casa, sentado los dos, nos prometimos silencio. "No se lo digas a nadie", me riñó. Yo, aun loco, no repliqué. Parecía molesta, recorría sin parar su piso, pensé que me tentaba con su andar de mujer primitiva, desnuda, sencilla, despeinada, sin maquillaje y con sus labios carnosos dibujando palabras de odio en el aire, pero no, realmente estaba molesta. Decidí irme, me vestí, ella me despidió desnuda en su puerta, ahora sonreía, antes de cerrar la puerta me agarró con fuerza y volvió a besarme.
Lo último que escuchamos fue...
-Cuántos años tienes.
-Hoy cumplo 16.

1 comentario:

Soñadora Empedernida dijo...

Bonito encuentro fortuito con la madurez. Aunque me haces dudar acerca de la existencia veraz de la palabra risible.



Felices dieciséis, por cierto, exchungo.