lunes, 13 de agosto de 2007

Seguridad para morir

Miro el reloj
y alzo la vista pal cielo,
descubro al sol,
miedoso entre dos nubes.
Y pido perdón.

Olvido la última palabra
del último libro
que recuerda lo mala
que los años te han hecho.
Pero no pido perdón.

Me gusta tu boca
y no tu cama:
me gusta tu alma
y también tus palabras.

Aún en invierno,
me gusta tu figura,
tu pelo ondeando al son del cierzo;
y tu piel muda.

Que en su silencio me da un mundo.
Y escribe mi nombre en sus sueños.
Y me regala sonrisas sin dueño.
Y me agarra cuando me undo.

Cuando hago de mí al olvido,
Y navengo en un caudaloso río
de lágrimas, dudas y preguntas.

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